El 2011(MMXI) del calendario gregoriano.

2764, ab urbe condita (desde la fundación de Roma) según el libro de Tito Livio. 1460, según el calendario armenio. 4707 a 4708, según el calendario chino (año del conejo, según el horóscopo chino). 5771 a 5772, según el calendario hebreo. 1389 a 1390, según el calendario persa. 2261, según el calendario rúnico.

El 3 de enero, día en que cumplí 43 años (aparento muchos menos, por cierto), alcanzamos la distancia mínima de la tierra al sol (147.105.562 kilómetros) y el 4 de enero tuvo lugar un eclipse solar parcial.

Como existen fuentes esotéricas que interpretan la finalización del decimotercer ciclo B’ak’tun en la cuenta larga del calendario maya (que ocurrirá el 21 de diciembre del 2012, según la correlación más fiable) como indicación de un importante cambio en el orden mundial, ya nos queda poco tiempo para completar todo lo que queremos hacer.

Igual, el maya del calendario sintió una repentina indisposición tras la ingesta de la versión maya de nuestra muy apreciada fabada (o se le hincharon los cojones de pintar monigotes para contabilizar el tzolkín que se combinaba con el calendario haab de 365 días, de 18 uinales de 20 kines cada uno y cinco días adicionales denominados uayeb, para formar un ciclo sincronizado que dura 52 tunes o haabs o 18.980 kines) y se dejó el calendario a mitad…

Sea como fuere, debe disfrutar el lector del 1460 del calendario armenio tanto como pienso hacerlo yo, con independencia de las elecciones autonómicas del último domingo de mayo, obviamente.